La civilización humana ha estado marcada por la guerras y por el conocimiento para la creación de los instrumentos con los que combatir, máquinas de matar que han servido de vehículo a la evolución científica. La muestra «Tormentaria. Las máquinas de asedio: de la Antigüedad al Reino de León» que se expone en el Palacio Conde Luna de León refleja esta realidad con un recorrido por las armas que desde Grecia hasta el Renacimiento fueron utilizadas para romper la paz.
«Para pegarnos siempre se ha agudizado el ingenio». El comisario de la muestra, Ricardo Chao, recuerda que aunque el impulso que la industria bélica ha ofrecido a la agudeza científica se evidenciara en el siglo XX con el desarrollo de la aviación, este empujón hacia la innovación es prehistórico.
Así una veintena de piezas recorren este ingenio bélico partiendo de los griegos, inventores de las máquinas de guerra tal y como las conocemos hoy en día con la creación de armas como las catapultas; finalizada esta etapa, arietes, torres de asalto, grúas, artillería neurobalística, galerías móviles y trépanos sirvieron al hombre para vencer a su enemigo, elementos que se distribuyen por el recientemente rehabilitado Palacio del Conde Luna.
En su recorrido, el público conocerá más instrumentos de los que pudiera imaginar, ya que hay «muchos más tipos de máquinas de lo que se acostumbra a pensar y que sorprenderán al visitante», explica Chao. La más impactante, un ariete móvil con unas dimensiones de cuatro metros de alto por cinco de largo, que en realidad era el doble de lo representado.
En perfecto funcionamiento
Ante los desconfiados acostumbrados a la sofisticación del actual armamento que duden de la efectividad de las armas reunidas, Chao advierte que las piezas expuestas, todas ellas réplicas, fueron probadas y funcionan.
También hay diferentes objetos relacionados con la guerra, así como elementos necesarios para la construcción de armas, como reproducciones de relieves y piezas arqueológicas, máquinas de calculas raíces cúbicas, mecanismos alternativos a los resortes de torsión, proyectiles e ilustraciones de asedios representativos de las diferentes épocas.
La actitud beligerante y combativa del Reino de León con los invasores musulmanes le convierte en el centro de atención de la muestra, pues para su defensa se valió de las máquinas desarrolladas en la antigüedad clásica, legadas por los romanos durante sus asedios a las poblaciones astures de Bérgidum y Lancia. Las murallas romanas protegieron a la ciudad en el siglo IX de un ataque musulmán con catapultas, que no fueron capaces de derribar la fortificación, aunque siglos después, en 994, sería Almanzor quien lograría destruir León con ayuda de la temida arma tormentaria.
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